Soneto III. Soneto perverso

Ya no acaricio las palabras ni endulzo los besos
voy a volverme vulgar desde ahora son tetas
voy a pedirte que tu lengua en mi boca metas
te morderé las nalgas y los pezones tiesos,

tus dedos en mi espalda hasta la bestia negra
mis ojos en tu cuerpo viendo como te tocas
las manos en garra buscan carne y están locas
por mi polla en tus labios el deseo se alegra

con mis orejas entre tus piernas beberé
ese jugo de tu vientre esa dulce ambrosía
gritas fóllame y en mi memoria de hombre sé

que entre embestidas recuerdas que en mi pecho había
el pelo del que tiras y una vez claudiqué
escuchan desde el cielo al infierno que eres mía.

Soneto II: En la distancia y en el tiempo...

En la distancia acaricié el cuello con los ojos
dejé una impresión de luz blanca en tu pensamiento
me abrazaste con tu ritmo sexual, suave y lento
sigo siendo fiel a tus amaneceres rojos.

En el tiempo surgió la palabra de tu boca
en riada nos cayeron los besos en las sombras
te respondo en violenta erupción cuando me nombras
resurges mojando el purpura alud tras la roca.

En la distancia y en el tiempo nuestra pasión
en el tiempo de tu sonrisa y tus pechos me anego
palpita y reverbera el calor de tu canción,

en la distancia mi alma en la tuya es puro fuego
enorme y sin el verso del rayo al corazón
a la vejez temprana de vírgenes reniego...

Soneto I. Delante del espejo...

En un ojo escondo la pasión del hombre recio
tras mi espalda la traición, el vacío, la mentira,
el vicio que alimenta al ansia que respira
y el dolor que asoma tras el pecho del yo necio

las palabras en tu boca se acicalan blancas
con dos manos acaricio la canción de tu despecho
regurgito el amor de quien se cree con derecho
solitaria se presenta el alma que me arrancas

las comas hacen llaga en la piel de este relato
tus dedos acompañan mi saliva al espejo
caminan en sangre las uñas cuando te ato

tu voz es la sirena que anuncia el placer viejo
el aire se calienta, presume el arrebato
estallan nuestros cuerpos, testigo es el reflejo...

... a Mario Benedetti

Siempre, desde muy joven, mi hermano me acercó a él a los 13 años, Benedetti ha sido la banda sonora muda de mi vida. Llegué a él con un relato, "La disnea", y yo también quise ser asmático para integrarme en la sociedad de Montevideo. Me fascinó con un poema de cuento, "Historias de vampiros", y sentí en mi sangre la sangre del vampiro anónimo. Me emocionó con "No te salves", y cada día sigo tratando de condenarme. En su último inventario descubrimos que se moría, trato de prepararnos para ello, y le leeremos hasta que nos preparemos nosotros para acompañarle...

en la emoción pura y en la tristeza
en el renacer y en la enfermedad
en el ocio absurdo de mi pereza
y en la necesidad de madurar

en las lágrimas que limpian el cielo
en la lumbre que calienta el hogar
en las sombras de noche sobre el suelo
y en los rayos de luz al despertar

en la primera sorpresa y erección
en el segundo ataque de ansiedad
en el tercero desgraciado amor
y en la infinita y turbia soledad

en la sonrisa eterna de aquel viejo
en los intentos fallidos de crear
en la palabra con un sentimiento
y en la que empleé para engatusar.

Hay que follarse a las mentes

...... y acaso no son dos cuerpos intercambiando restos de piel y fluidos, pelos caídos y sangre accidental... no, son dos almas en comunión perfecta, regalándose la una a al otra el placer de disfrutar de su cuerpo. Son cuatro manos que se extienden por toda la piel y perciben cada una de las perfectas imperfecciones que se levantan sobre un manto púrpura que es virgen siempre hasta ese momento. Son dos bocas que intercambian ambrosía y están sedientas de esa esencia tuya que guardas entre las piernas. Cada vez es diferente, cada vez es especial, se puede disfrutar sin rozarse, y si es así cuando entras en contacto explota el cuenco en el que guardábamos el amor. Siempre he pensado, siempre que he disfrutado, siempre ha sido la primera, la mejor, la comunión santa y perfecta de dos seres cercanos a Dios...

una tarde

Aquella tarde estaba sentado en mi habitación, en ese sillón oscuro de leer que te da tanto miedo. La lluvia en la ventana, El jinete polaco entre mis manos, mis ojos en sus líneas y mi mente en otro mundo de esos que me creo cuando no estoy dentro de mi. Aquella tarde el sinsabor amargo de la esperanza contenida arrancaba de mi lacrimal alguna que otra gota de sangre roja, espesa, salada y cruel. Me escupía en la cara un enano que no acierto a ubicar entre mis sueños y ese pedazo de realidad que se le asemeja. Me cantaba al oído una sirena con la cola plateada.
Aquella tarde entre gota y gota de lluvia golpeando el cristal, entre línea y renglón, entre mis manos y mi sexo, entre tus ojos y mi amor. Aquella tarde tomé conciencia de mi infelicidad sempiterna como manera de expresión real. Aquella tarde se escapó la última posibilidad de vulgaridad....

Por que te vas....

Es que nadie va hacer una versión pop de esta pedazo canción?